The Objective.- (Javier Santacruz) Lo que todos conocemos como ‘transición energética’ proviene de la generalización del discurso del cambio climático de finales de los noventa, cuando mediante el Protocolo de Kyoto en 1997 se ponen encima de la mesa las primeras medidas para reducir la contaminación. Desde el primer momento se colocó al sector energético en primera línea mediante un razonamiento muy simple basado en las estadísticas entonces existentes. En la Unión Europea en 1990, la producción de energía suponía 1.869 millones de toneladas equivalentes de CO2 de un total emitido de 5.650 millones. Con lo cual, sería prioritario actuar sobre el sector energético para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Así continuó este discurso (y en paralelo la acción regulatoria) hasta erigirse en el principal pilar de la política europea desde la toma de posesión del actual Colegio de Comisarios en 2019. El denominado ‘EU Green Deal‘ perseguía una reconversión total de la economía comunitaria para estar en la vanguardia global de la lucha contra el cambio climático. Acompañaban todos los factores: financiación a costes muy bajos, almacenamientos de combustibles críticos llenos, precios muy bajos de las materias primas energéticas y un nivel alto de capitalización de las compañías energéticas, buenos resultados financieros y expansión internacional... Leer más