Estimados miembros, colaboradores y seguidores de la Asociación para la Transición Energética:
La pandemia COVID 19 nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el futuro de nuestras sociedades a la luz del choque entre el idealismo del crecimiento sin límites contra la realidad de la naturaleza con sus límites y fronteras. Podemos estar ante el fin de un modelo de crecimiento, pero no es el fin del crecimiento. Es la fase final de un ciclo y el comienzo de otro. No es necesario esperar a un nuevo invento o plantear una nueva teoría: todas las tendencias sociales y desarrollos tecnológicos ya estaban en marcha. Los avisos de que el modelo de producción, consumo y reparto es insostenible social, medioambiental y financieramente eran ya muy precisos y acuciantes.
Ahora, el parón de la economía y la industria producidos por la necesidad de acotar el despliegue de la epidemia a través de la más antigua de las estrategias, el confinamiento, y su consecuente efecto de cese de los flujos materiales y de una buena parte del comercio interno y externo, va a requerir de un plan para reactivar el mundo productivo, el mundo del consumo y el de la colaboración internacional. Es la oportunidad para romper la inercia.
Esta catástrofe mundial ha sido percibida por muchos como un stress test de la dificultad de gestión de las que previsiblemente provoque el proceso de calentamiento global y de destrucción de ecosistemas que se observa en todo el mundo y que parece acelerarse. Una de las enseñanzas del confinamiento y la drástica disminución de la actividad ha sido un efecto inmediato en la mejora de la calidad del aire y del agua.
Hemos comprobado que la afección al medioambiente puede disminuirse de forma inmediata. Por lo tanto, no es disparatado ni producto de aplicar una determinada ideología, constatar los efectos perniciosos de los vectores del crecimiento en estas últimas décadas y la necesidad de revisarlos y cambiarlos. Así hemos comprobado que el uso generalizado de combustibles fósiles, la roturación indiscriminada de tierras vírgenes, la contaminación de las aguas, el consumo masivo de mercancías baratas, producidas en condiciones sociales y medioambientales perniciosas y el recurso a mecanismos fiscales y financieros, maximizan los beneficios en el corto plazo y socializan los perjuicios en el largo plazo. Desde la Asociación para la Transición Energética proponemos que un nuevo crecimiento sostenible social, medioambiental, tecnológico y financieramente se base en las energías renovables y la digitalización como elementos esenciales e irrenunciables de la recuperación.
Igualmente, esta crisis ha puesto de manifiesto los límites de la globalización en dos aspectos capitales: por una parte, los Estados se han visto comprometidos en su actuación por la ausencia de recursos industriales en áreas estratégicas. Por otra parte, Estados y empresas han comprobado los efectos del cierre de fronteras en las largas cadenas de suministro de cualquier industria o sector. Además, hemos comprobado que muchas actividades pueden llevarse a cabo vía telemática, por lo que acelerar la digitalización de procesos mejorará la competitividad de las economías y las condiciones de vida y trabajo de las personas.
En definitiva, muchas lecciones prácticas valiosas para que el sufrimiento que ha costado y costará esta pandemia, sea aprovechado para avanzar hacia un nuevo modelo económico y social. Nos dirigimos a los ciudadanos y a los gobernantes para que seamos capaces de instrumentar un ‘plan de salida’ sobre las bases del consenso constitucional, el respeto a las libertades de los ciudadanos y la generación de oportunidades que hagan de España un país líder en un cambio que sea bueno para todos y que nadie deje atrás.
Con mis mejores deseos, recibid un afectuoso saludo.
Antonio Cordón
Presidente de la Asociación para la Transición Energética