El Mundo.- Ana Botín, Bill Gates, Ignacio Galán... La presidenta de Banco Santander, el ex CEO de Microsoft y el primer ejecutivo de Iberdrola tienen en común algo más que el liderazgo de grandes multinacionales. La terna de empresarios comparte una creciente preocupación por el subdesarrollo de las redes eléctricas, kilómetros y kilómetros de tendidos y subestaciones que, si siguen creciendo al ritmo actual, no podrán absorber el gigantesco despliegue de proyectos de energías renovables al que empresas y estados han comprometido, no sólo inversiones por cientos de miles de millones, también la seguridad energética de sus territorios. En España, este embudo es aún más estrecho por un marco regulatorio que lleva años obsoleto y amenaza con estrangular el futuro industrial del país.
España ha marcado en rojo dos fechas clave para su futuro energético. La primera es 2030, el año que fija el final del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), la hoja de ruta diseñada por el Gobierno para descarbonizar la economía cuyo último borrador, publicado en junio, aseguró ante Bruselas que el 81 % de la energía producida en el país será renovable para entonces. Esta meta, según los cálculos del Ejecutivo, llevará a incrementar las inversiones verdes hasta los 294.000 millones de euros para la fecha señalada, pues exigirá la puesta en marcha de miles de proyectos adicionales a los previstos en el plan anterior. La segunda es el año 2035, cuando está agendado el fundido a negro de la última central nuclear española... Leer más