McKinsey & Company.- La transición energética parece más desordenada que nunca. Una economía mundial sacudida por una pandemia mundial y por la creciente inflación que ha acompañado a la recuperación posterior ha tenido que lidiar con un trágico conflicto en Ucrania y sus secuelas de sufrimiento humano, el aumento de los costos de la energía y el declive de la seguridad energética. La respuesta inmediata ha significado una mayor dependencia a corto plazo de los combustibles fósiles y menos recursos disponibles para la transición, sin mencionar los desafíos adicionales para la coordinación regional y global.
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