Diversas y muy autorizadas voces provenientes tanto de las instituciones como de la academia llevan años alertando sobre las ingentes necesidades de materias primas estratégicas minerales para alcanzar los objetivos de la transición energética, ecológica y digital.
A la voluntad política de lucha contra el cambio climático que parece ya es universalmente aceptada con sus distintos matices y agendas, deben acompasarse: los cambios tecnológicos, en ocasiones disruptivos; la financiación de esa transición, que pasa por establecer prioridades para la atribución de recursos siempre escasos; la demanda o aceptabilidad social, supeditada en no pocas ocasiones a cambios en los que es imprescindible que no se “sacrifique” a grupos sociales o a territorios; y finalmente, pero no menos importante que se disponga de las materias primas necesarias para la sustitución de las tecnologías del siglo XX por las del siglo XXI.
Y ese es el reto que llevó en 2008 a la Unión Europea a poner en marcha la Iniciativa Europea de Materias Primas Fundamentales que actualizó en septiembre 2020 la Comunicación (220) 474, ya en el marco de los Fondos Next Generation EU (Fondos NGEU). En ella la Comisión Europea actualiza el listado de las materias primas estratégicas para la industria europea e insiste en que es más necesario que nunca asegurar que Europa tenga acceso a fuentes de suministro fiables para sacar adelante el Pacto Verde europeo. En ese sentido se han pronunciado también el Parlamento Europeo y otras instancias comunitarias, como el Comité de las Regiones.
También el Gobierno Español ha reconocido en reiteradas ocasiones el desafío que supone para el cumplimiento de los objetivos de transición ecológica – penetración de coche eléctrico y energías renovables, por ejemplo – y para la recuperación económica y proyectos industriales financiables por el Fondo NGEU, el acceso a las materias primas estratégicas esenciales.
En la mesa redonda “Materias Primas Estratégicas para la Transición Energética: Un Reto para la Industria”, el Presidente de la Asociación para la Transición Energética se congratuló de que ¿por fin?, tanto la Unión Europea, cómo los gobiernos de los Estados miembros, cómo los actores económicos y sociales hayan asumido que es imprescindible reconstruir la industria europea, no sólo para asegurar nuestra modelo social e independencia y prosperidad económica, sino para asegurar nuestra supervivencia. Y en ese camino el acceso a las materias primas necesarias para las industrias del siglo XXI es esencial y para el acceso a las consideradas críticas, porque unen a la necesidad la dificultad de aprovisionamiento, se precisa una estrategia europea y nacional.
Y es aquí donde España podría tener una ventaja competitiva si aborda con valentía y consenso político la explotación de yacimientos conocidos y evaluados de materias primas críticas como el litio en Extremadura o las tierras raras en Castilla La Mancha. Eso sí, será necesario, cómo insistió el representante de la Comisión Europea, aplicar los procesos tecnológicos mineros más avanzados y que “la industria extractiva esté comprometida con la explotación sostenible de los recursos y sea responsable con el medio ambiente y las comunidades locales”.