España tiene la oportunidad de liderar el mercado europeo de tierras raras magnéticas y otras materias primas estratégicas, gracias a una disponibilidad de recursos minerales que otros países de nuestro entorno no poseen, y que permitiría garantizar el suministro, un aspecto fundamental para consolidar la cadena de valor y asegurar el futuro de nuestra industria.

Como mejor ejemplo de esta oportunidad, destaca el yacimiento de Matamulas, de la compañía Quantum Minería, que actualmente tiene interpuesto un recurso de Casación ante el Tribual Supremo, en respuesta a una sentencia en contra del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha que, en base a una Declaración de impacto Ambiental Negativa, rechazaba los derechos de explotación del yacimiento.

El Instituto de la Ingeniería de España, a través de su Comité Técnico de Energía y Recursos Naturales y con la colaboración de la Asociación para la Transición Energética, ha organizado el II ciclo de Mesas Redondas sobre Materias Primas Estratégicas y Cadena de Valor. 

La primera Mesa Redonda de este ciclo se titula Tierras Raras Magnéticas: Matamulas, una oportunidad para España, y pretende poner en valor el efecto tractor de los proyectos extractivos como clave para la sostenibilidad de largo plazo de las iniciativas.

El Instituto de la Ingeniería de España, a través de su Comité Técnico de Energía y Recursos Naturales y con la colaboración de la Asociación para la Transición Energética, ha organizado el II ciclo de conferencias sobre Materias Primas Estratégicas y Cadena de Valor.

Del Primer Ciclo sobre Materias Primas Estratégicas para la Transición Ecológica, celebrado en mayo de 2021, aprendimos la importancia de la vinculación de los procesos extractivos a sus cadenas de valor; la importancia de vincular el mineral con el proceso industrial que lo utiliza y, sobre todo, la relevancia que tiene para el desarrollo territorial la fijación de actividades industriales.

Muchas son las voces que en Europa se han alzado estos últimos meses para reclamar una profunda reflexión sobre la capacidad industrial de la Unión, sobre cómo incorporar las lecciones aprendidas de la pandemia reforzando la resiliencia del sistema productivo europeo y dedicando los fondos para la recuperación a acelerar la transición verde y digital y reforzar los sistemas sanitarios. Todo ello en el marco del “modelo” europeo de solidaridad social y territorial.