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Energía estable, verde y barata: objetivo de familias y empresas

Energía estable, verde y barata: objetivo de familias y empresas

El Economista.- (Antonio Cordón - Presidente de la Asociación para la Transición Energética) La revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC 2023-2030) ha generado un debate crucial sobre el futuro energético de España y su papel en la lucha contra el cambio climático, una ocasión que la Asociación para la Transición Energética (ATE) ha aprovechado para pronunciarse sobre el tema, enviando al Gobierno una serie de aportaciones con la esperanza de que sean tomadas en cuenta en el proceso de toma de decisiones.

Creo necesario destacar la importancia de la participación activa en este proceso de todos los agentes involucrados en la transición energética, de la misma forma que el propio sistema debe asumir que esa participación es imprescindible para generar un clima de comprensión ante la magnitud de los cambios que nos esperan... Leer más

En este sentido, estoy convencido de que esta consulta pública es un paso fundamental, y por ello creo que hubiera sido necesaria una mayor colaboración previa en la elaboración del PNIEC, ya que la transición energética es un asunto demasiado importante como para excluir ninguna opinión, al considerar que un diálogo continuo entre todas las partes interesadas conduce siempre a soluciones más efectivas.

Es cierto que el PNIEC 2023-2030 aumenta los objetivos de instalación de energías renovables, algo con lo que estamos completamente de acuerdo, pero desde la ATE planteamos la necesidad de equilibrar esta ambición con el desarrollo futuro de la demanda efectiva. En este contexto, consideramos que aunque la exportación de electricidad renovable a Europa y el desarrollo del hidrógeno renovable son áreas prometedoras, todavía dependen de una infraestructura compleja aún por construir y de una colaboración poco desarrollada en la actualidad por parte de algunos de nuestros socios europeos.

En este contexto, creo necesario adoptar un enfoque mucho más centrado en la demanda, y especialmente en la descarbonización de los consumos que aún dependen de los combustibles fósiles. Como ejemplo de esto, el borrador del PNIEC menciona la importancia de tecnologías como las bombas de calor para reemplazar las calefacciones a gas mediante electricidad limpia y eficiente; y sin embargo, el propio Plan reduce la contribución de estas bombas de calor, lo que contrasta con las estrategias de otros países europeos.

En otro orden de cosas, a nadie se le escapa que la política energética está estrechamente ligada a las políticas industriales en sectores como el automóvil, la agricultura, las infraestructuras o la vivienda, ámbitos en los que la transición energética podría jugar un papel clave en la revitalización de áreas afectadas por la desaparición de industrias basadas en combustibles fósiles.

Por todo ello, resulta fundamental encontrar soluciones de mercado realistas y sostenibles para reconvertir las áreas afectadas por la transición energética; y las inversiones en tecnologías renovables en estas zonas podrían servir para impulsar proyectos inclusivos y promover el crecimiento económico.

Por otro lado, creo que hay que dar la importancia que se merece tanto a la protección de los consumidores como a la estabilidad regulatoria del mercado energético, motivo por el que considero necesario poner fin de una vez por todas a las medidas de intervención desarrolladas durante la crisis, con el objetivo de atraer inversiones y recuperar la confianza.

Además, la creciente demanda de energía en la sociedad digital pone el acento en la necesidad de inversiones significativas, motivo por el que el PNIEC debería considerar escenarios realistas y evitar la inseguridad jurídica de la que se quejan las empresas más comprometidas con esas inversiones, sobre todo teniendo en cuenta que la transición energética debe ser económicamente sostenible y accesible para la demanda.

En este sentido, me gustaría destacar el papel fundamental de las redes eléctricas de distribución en la transición energética, ya que, al conectar la generación y los elementos de transformación, se convierten en una herramienta definitiva a la que el PNIEC no otorga ni la atención ni las inversiones necesarias.

Así son las cosas, estoy convencido de que la transición no debería limitarse a desarrollar solamente todo el potencial de las energías renovables; sino que también resultaría crucial poner el acento en las inversiones en las infraestructuras necesarias para llevar esa energía a los consumidores, además de avanzar en el desarrollo de los mercados de capacidad y almacenamiento con el objetivo de garantizar un suministro estable y reducir las diferencias de precios.

De esta manera, desde la ATE defendemos la necesidad de equilibrar los objetivos de cambio climático y transición energética con los de la competitividad de las empresas y la asequibilidad para los hogares, y consideramos que se trata de una gran oportunidad para el crecimiento económico y el desarrollo social de nuestro país.

Con todo, el éxito de esta transición va a radicar en la sostenibilidad económica y social del proceso, y en unos consensos socio-políticos que solo se pueden lograr mediante un diálogo inclusivo y no partidista entre todos los actores involucrados.

Consideramos que España tiene la capacidad y la oportunidad de liderar esta transformación, aprovechando las oportunidades que ofrece la transición energética, para asegurar un futuro más limpio y próspero y avanzar con determinación y visión en esta importante travesía hacia un futuro más sostenible.

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