La cumbre COP25 de Madrid está poniendo de manifiesto la magnitud del consenso mundial en torno a la voluntad de llevar a cabo cambios significativos y urgentes que permitan alcanzar niveles de descarbonización lo suficientemente radicales como para detener el aumento de las temperaturas y sus consecuencias.
Las sociedades comienzan a percibir que alcanzar esos niveles de descarbonización va a significar en la práctica introducir cambios importantes en nuestra forma de vida, en los sistemas económicos en los que nos desarrollamos y naturalmente en nuestra relación con la energía.
Cambios que tendrán un coste que no va a ser igual para todos.
Hay lugares muy ligados a la producción de energía en formas que ya no son aceptables por su impacto en términos de emisiones, hay industrias que tendrán que asumir enormes procesos de transformación, y hay finalmente territorios que por sus condiciones geográficas y económicas necesitan un tratamiento especial.
El concepto de transición energética justa se refiere precisamente a la necesidad de tener en cuenta esos casos especiales en un tiempo en que los grandes proyectos y las grandes políticas van a llenar el escenario y van a centrar la atención de la política y los medios de comunicación.
Es más necesario que nunca dar voz a aquellos casos que requieren de un plan personalizado y único. Es importante no dejar atrás a los más afectados. Es imperativo que la transición energética sea percibida como una oportunidad para resolver situaciones injustas y para superar desigualdades históricas.
Porque comarcas estancadas en torno a tecnologías inviables deben poder convertirse en zonas de desarrollo de nuevas generaciones tecnológicas, porque los sectores industriales en transición pueden estar en la vanguardia del cambio y porque los territorios más separados de las redes centrales de producción y distribución de energía, como son los territorios insulares, tienen la oportunidad de desarrollar sistemas de gran capacidad y limpieza aprovechando las capacidades descentralizadoras de las nuevas fuentes de energía.
Es una parte de nuestro compromiso de dar la palabra a la sociedad y de ayudar a aclarar la magnitud de los retos a que nos enfrentamos.
Pero también es una oportunidad para seguir aprendiendo las complejidades de la transición energética y la necesidad de afrontar los cambios con una mirada amplia, alejada de dogmatismos y sobre todo de recetas fáciles y menús para todos.